Pelear es mi vida. Todo lo que he conocido durante los últimos años es la sensación de usar mis puños para someter a mis oponentes. Yo también he conocido el dolor. Suficiente para toda la vida. Estoy pagando una deuda, una que nunca fue mía para empezar. Pero ahora es mía y no defraudaré a mi familia. Yo peleo, y voy a seguir luchando, sin importar el costo.
Hasta que la arrojan a mis brazos. Una princesa que no debería estar en este mundo violento y vicioso en el que habito. Se supone que debo destrozarla, esta belleza inocente que me hace sentir otras cosas además del dolor. Aparte de la ira. De hecho, me debilita, porque cuando la miro, imagino un mundo fuera de mi jaula.
Una mujer como Petal nunca estuvo destinada a ser mía. No en esta vida. Se me ordenó que la lastimara de innumerables formas. Pero una vez que la pruebo, resulta que soy yo el que está destrozado.
Totalmente, completamente destruido por el amor.