Ruby Santos sabía exactamente en qué se metía cuando se apuntó a escribir a un soldado en el extranjero.
Las directrices eran sencillas: una carta o un correo electrónico a la semana durante su despliegue. Los paquetes de ayuda eran opcionales.
Ya lo había hecho. Pensó que sabía qué esperar.
Con lo que no contaba era con enamorarse del tipo.